101 años no los logra cualquiera
Eloísa Estebana Reinero López, cofundadora de mi San Pedro de Urabá, alcanzó, por privilegiada gracia divina el palíndromo cumpleaños 101, el 27 de abril de 2022, y Dios a mí, me concedió el honor exiguo de presidir su Eucaristía en la Quinta esplendorosa de mi profe Arístides, predios de la típica población de Makencal.
Ya el número encierra, ateniéndonos a la numerología, cuyo origen se pierde en la noche de la prehistoria, portentosos significados de buenaventura, pletórico de augurios inefables.
Y haciendo honor a la etimología de su primer Nombre (La Elegida), brillaba con el esplendor del cielo, toda una reina en la belleza de su semblante adornado siempre con una sonrisa mullida de inocencia, propia de las almas nobles, uniendo todo con el segundo (Estebana) = Coronada de la gloria de una vida proexistente en la diafanidad del gastarse sirviendo, una matrona que, robándole el logrado elogio de Porfirio Barba Jacob, hablando de su abuela paterna, "ha pasado por esta vida encendiendo antorchas de almas."
Nuestra Diosa Coronada ha atravesado el umbral de segundo siglo siendo dueña de su racionalidad plena, gozosa de sentirse celebrada, no sólo por su bienaventurada descendencia, sino de todo un pueblo que gracias a la gesta de su estirpe sinuana se proyecta armoniosa hacia un futuro promisorio, cimentado en esos valores ancestrales que bien cantó Juancho Piña en su emblemático poema Compañera:
“Compañera, tú eres fruto de mi tierra
De ese pueblo que un buen día nos vio nacer
De esa gente tan humilde y tan sincera
Que aún conserva las costumbres del ayer.
Yo te sabré querer, yo te sabré adorar
Yo te sabré tener, te amaré más y más.
Yo te sabré querer toda la vida
Porque eres buena, pequeña flor
La luna alumbra lo mismo todavía
Y aquí en mi vida brillará nuestra unión.”
Por eso le entoné, prestándole la unción cadenciosa de Diomedes Díaz Maestre, el Rey Midas de la música de acordeón, los versos escritos en 1990 por Marciano Martínez, El Sentir de mi pueblo:
“Yo nací en el pueblo, vivo en el pueblo
Donde la gente toda es de alma noble
Y de buen corazón
Soy hombre sincero
Porque mis viejos en mi alma infundieron
Sanas costumbres de ser como soy
/Yo soy tan puro como el manto azul del cielo
De sangre ardiente como los rayos del sol (Bis)
/Yo soy de ustedes tan de ustedes como ustedes de mí
Soy el que finge estar alegre para verlos feliz (Bis)
Soy el que en una canción
Llevo un mensaje de amor
Y hasta me juego la vida
Por defender el folclor
Ya que las canciones son
El alma de mi Guajira
Yo soy la tuna el cardón
Y la más viva expresión
De mi gente campesina
Porque ellos con gran valor
Trabajan de sol a sol
Para ganarse la vida
/Yo soy de ustedes tan de ustedes como ustedes de mí
Soy el que finge estar alegre para verlos feliz (Bis)
Yo nací en el pueblo, vivo en el pueblo
Donde las mujeres son como flores
Sinceras y fieles
Soy cual pregonero
Vivo cantando en verano en invierno
A lo más puro que puedo tener
/Como el amor tan grande de mis padres buenos
Y el gran aprecio que ustedes me dan también (Bis)
/Yo soy aquel que de su llanto hace canciones de amor
Para que ustedes por un rato se olviden del dolor (Bis)
Soy el que en una canción
Llevo un mensaje de amor
Deseando ver a mi pueblo
Lejos del odio y rencor
Que reinan en la nación
Y nos están consumiendo
Yo soy el grito y la voz
Que a diario aclama al Señor
Por la paz que tanto anhelo
Porque me causa dolor
Ver en la televisión
Pueblos llorar sin consuelo
/Yo soy de ustedes tan de ustedes como ustedes de mí
Soy el que finge estar alegre para verlos feliz (Bis)
Yo soy de ustedes.” (2).
Invitado por la profe Nidia Romero, digna nuera de la cumplimentada, pude llevarle de presente enviado por mi madre, un aguacate cultivado en las tierras que ella (la elogiada), y el patriarca esposo don Mariano Torreglosa, le vendieron a mis proverbiales abuelos maternos en el hoy llamado Barrio Urabá, antes Pueblo Pando, al sur de donde ahora se eleva el municipio surgido de la proesa raicillera de los Cuadrado.
Ver el jubiloso recibimiento que luego degustó en la galante cena de su festejo, me obliga a tomar prestado el axioma del Carnaval de Barranquilla:
“Quien lo vive es quien lo goza."
Eloísa Estebana Reinero López, una leyenda viva que nos hace sentir ser uno en un pueblo donde, como me decía un vecino al regresar, citando a otro de feliz memoria,
“No se puede robar porque a uno lo conocen por la ropa y por el modo de caminar."
Gloria a Dios hemos elevado en un recinto orlado de fiesta, donde, el gozo que se nos salía por los poros, era la clave de sol en ese pentagrama sinfónico haciéndonos participes del banquete del amor que nos hermana.
Elevo mi gratitud a Dios que deparó esta tierra habiendo antes elegido a los Torreglosa Reinero para reservársela a mi honorable familia Álvarez Castillo, al mismo tiempo que doy mis rendidas gracias a la adorada descendencia salida del fruto bendito de la homenajeada que ha vivido más de cien años, por haberme concedido la honrosa oportunidad de presidirles la Eucaristía.
Dios siga mostrándose complacido con la ejemplar existencia de doña Eloísa, Locha, como tan dulcemente le dicen los suyos.
¡NO TE MUERAS NUNCA, REINA!
AD MULTOS ANNOS
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