Esos niños
Los niños juegan en la calle
sin pavimento. Hay huecos y piedras.
Llevan puestas ropas viejas
de tela desteñida.
Algunos llevan chanclas de goma,
otros corren a pie limpio.
La mayoría huele mal
porque no hay suficiente agua
para bañarse,
pero esa y otras cosas
nunca importan.
Cuando llueve,
la calle se vuelve un festival de barro
y de charcos que no tratan de evitar.
Ellos no tratan de sobreponerse
a su barrio
porque la pobreza
y el olvido gubernamental
no decidirán su diversión.
¿Acaso el picante sol,
la sequía o la calle empedrada
impedirá un correteo apasionante?
¿Acaso la falta de zapatos
o de un balón comercial
impedirá un ansioso partido de fútbol?
¿Acaso alguna vez, para divertirse,
fue necesario un amplio protocolo?
Si tuviera que hablar de juventud,
mencionaría a esos niños
de alguna cuadra colombiana:
Mira a esos niños —diría—, corren
y corren tras su diversión
y nunca la dejan ir,
porque no hay otra razón
para correr sobre este pedazo de tierra.
Santiago Moná
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