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Ante el escándalo de un mundo que poco lee

Ante el escándalo de un mundo que poco Lee quedándose sólo con el contenido de titulares, Jesús nos vuelve a presentar la moneda del Evangelio:


“Denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, ahora a través del Papa Francisco, en el denario del tributo judío donde está maravillosamente compendiada toda la Divina revelación.




César representa todo el aparato social de las civilizaciones. La Sagrada Escritura avala las autoridades legítimamente constituidas y dictamina su rigurosa observancia a toda persona creyente, al estilo del mismo Jesús, quien siempre fue respetuoso y obediente. El Maestro nos enseña con su actitud a ser siempre ciudadanos de bien que con sus aportes sostienen las estructuras estatales.


“Denle al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

Ya Aristóteles, en el ambiente grecorromano, había, filosofando acertadamente, dado un criterio que luego fue asimilando por santo Tomás de Aquino: “Lex injusta non est lex”. En tiempos más recientes, san Juan XXIII, en Pacem in Terris, nos dijo: «Las leyes contrarias a los derechos humanos, no son válidas…». Así, la llamada Doctrina Social de la Iglesia, es todo un entramado donde se hilvanan el humanismo cristiano y el genuino pensamiento emanado del Antiguo Testamento.


“A Dios lo que es de Dios” contiene todo lo original del versículo de Génesis 1,27: “Dios creó al hombre a imagen Suya. A imagen de Dios lo creó.” Aquí está contenida toda la verdad que el Libro Santo transmite ayer, hoy y siempre.


Los opositores de Jesús quisieron, al ponerlo según ellos contra la espada y la pared, hacerlo inclinar hacia una de las dos tendencias contrarias sobre las que gravitaba la nación hebrea. Los herodianos defendían todas las disposiciones de Herodes el Grande. Los fariseos estaban en contra de la dominación extranjera. De modo que el pueblo estaba, igual que en Colombia, polarizado. Era imposible admitir que hubiese una neutralidad activa.

Quienes abordan a Jesús esperan que Él tome partido. Olvidan que están frente al enviado de Dios, contenido en las Escrituras. Jesucristo, a ellos y a los creyentes de todos los tiempos, develada la verdad eterna. De Dios dimana toda autoridad. Pero además, sus palabras descifran el dilema. No hay oposición entre las dos. Es voluntad divina que exista el Estado garante de las libertades individuales y los derechos humanos. Y restaura el sentido de la dignidad humana, que está por encima de toda tendencia política pretendiente de dominio. El hombre es imagen de Dios y todo poder debe servirle y no esclavizarlo.


Toda la Doctrina Social de la Iglesia versa sobre estos pilares fundamentales de la enseñanza bíblica

Uno de los títulos que se derivan de la misión del Hijo de Dios es el Restaurador de la Imagen de Dios como Creador y ahora Padre y la del ser humano. Toda la Doctrina Social de la Iglesia versa sobre estos pilares fundamentales de la enseñanza bíblica. El hombre es imagen y semejanza de Dios y jamás puede ser utilizado ni como instrumento ni como medio sino como fin de todo proyecto. De ahí los adagios: “el estilo es el hombre.” “La medida es el hombre.” Con estas bases se construye “la civilización del amor”, afortunada expresión del Papa Pablo VI.



Al ser confrontado por un maestro de la Ley, sobre cuál es el principal mandamiento, vuelve Jesús a demostrar la admirable Sabiduría divina, representada posteriormente por su cruz: El madero vertical contiene las relaciones integrales del hombre con su Dios. Y el horizontal, las relaciones humanas. Son las dos tablas de la Ley. Son dos, no porque el Decálogo no cupiese en una, sino porque es un binomio inalterable: la primera abarca todo entre el Cielo y la tierra. La segunda, el entramado armonioso del universo donde por amor a Dios se mira como la casa del hombre donde todo está bien dispuesto para que la Bios (todo lo que significa la biodiversidad) se mantenga. Por eso afirma el Maestro: de estos dos, penden la ley y los profetas. A las dos tablas de la Toráh las une, haciendo de bisagra, el cuarto mandamiento que fusiona lo divino con lo humano y donde, confluyen armoniosas las relaciones de la familia con nuestra relación con Dios a través, nuevamente, del respeto por la autoridad de la que padre y madre son imagen clara.


Está integralidad y visión holística de la persona humana es la que habiéndola vislumbrado el Papa Francisco, viene haciéndolo el blanco universal de las más despiadadas sátiras y descarnados ataques por parte incluso de creyentes dentro de la Iglesia Católica porque él aboga por la globalización de la solidaridad y por el respeto de la dignidad humana por encima de cualquier condición.


Hay tanta soberbia entre nosotros que nos enceguece totalmente y de modo tal, que nos inhabilita para ver a Jesús en quienes son marginados. Sus Cartas y Mensajes donde siempre brilla la fe, el amor y la esperanza, reciben no sólo rechazo categórico, sino la condena frontal.


Siempre será así. Pero por fortuna brilla la luz en muchísimos sectores de la vasta sociedad que nos hace columbrar la presencia del RESTO, término escriturístico en el que Dios sigue manifestándose vivo  y presente en medio de nosotros y permitiéndonos constatar, según el prefacio común noveno, de la misa:


“Tú eres el Dios vivo y verdadero,

el universo está lleno de tu presencia,

pero sobre todo

has dejado la huella de tu gloria

en el hombre, creado a tu imagen.


Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano

en el proyecto de la creación

y le das tu Espíritu

para que sea artífice de justicia y de paz,

en Cristo, el hombre nuevo.”

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