Desde las elecciones
Por el Profesor Wilger Medina Rebolledo
El masivo acto electoral o votante, no solo concreta la victoria de la formula participante, independientemente de los nombres en quien recaiga el triunfo, desde el proceso democrático, se pueden evidenciar otras interpretaciones más allá de las emociones con las que tratan de vender el discurso electoral en favor de uno o de otro, es mucho más importante la expresión del conjunto de la sociedad participante.
El profesor y columnista de opinión Ramon Elejalde Arbeláez, en una publicación en un medio local, realizada una semana después de la segunda vuelta de la elección presidencial (25 de junio de 2022), sostuvo que; “con la elección de Gustavo Petro como presidente de Colombia le notifica al mundo que somos una democracia plena y solida…”, sin dejar de reconocer las debilidades de una nación en vía de desarrollo, pero con garantías para quienes conciben la democracia como un buen camino para acceder a otras alternativas de poder.
Significativo para el ejercicio pleno de la ciudadanía, en tanto, los habilitados para el ejercicio de los derechos políticos, desde la participación política libre y espontánea pueden definir cambios profundos para sus representados, respetando la institucionalidad como actos y reglas reconocidas por la sociedad en general.
Todos los participantes en el proceso electoral de un lado o del otro, como precandidato o candidato, o como simple elector o como ciudadano, coincidimos en que hay que combatir fuertemente los actos de favorecimientos o de corrupción, ese acumulado de malas prácticas, tiene hastiados a los colombianos, la democracia también permitió evidenciar en todos los escenarios del debate público que la corrupción es uno de esos males a eliminar desde el ejercicio del poder político.
La corrupción desconfiguró y permeó todo el estandarte protector del ejercicio administrativo, tanto público como privado, terminó configurándose como un medio de vida, puso la moral y la ética en puntos muy bajos, el civismo y las normas de urbanidad salieron del círculo de la educación, de la familia y de los claustros
Los actos de favorecimiento, han originado tantos males en la sociedad, que se le exige tener mucho más moral y ética a un jugador de futbol que a un funcionario público, o a un profesor.
Los comportamientos sociales deben tener un parecido con la educación y en ese sentido cualquiera no puede ser un profesor.
El resultado de las elecciones no se puede leer solo cuantitativamente, es decir, Gustavo Petro 11.2 millones de votos y Rodolfo Hernández 10.5 Millones de votos, no señor, la profunda participación obedece a un extenso fastidio del inventario de malas prácticas en la gerencia, gestión y administración pública, también existen responsabilidades sociales, económicas, políticas, administrativas, personales y profesionales, en la oscura inequidad, en el acceso al trabajo, educación, sistema de salud, sistema político y económico. No es coherente la educación impartida con lo que exige el mercado laboral, aquí no coinciden la educación que es social con la productividad laboral, impensable, que en este país existan profesionales con niveles de formación de maestría conduciendo taxis o a través de plataformas para esos servicios.
Gustavo Petro, no ganó las elecciones exactamente por representar la Izquierda, gana entre otras cosas, por ser sensible a los derechos sociales y representar a los considerados “nadies” como sostuvo la vicepresidenta Francia Márquez, muchos de los que participaron en su favor, no se configuran en ese lado, lo hicieron entre otras, por innumerables razones, por la cooptación de la administración de justicia, el desempleo juvenil, las relaciones de posición dominante y obligantes que tiene le sistema financiero en Colombia, la debilidad institucional del congreso de la república, lo costoso y riesgoso de la actividad política, la impunidad en muchas muertes de líderes sociales, la cooptación de los medios de comunicación, los desagradables y vergonzosos resultados de las fuerzas militares, la descarada relación de los mandatarios locales con fuerzas para estatales en los territorios y un infinito de etcéteras, en malas prácticas administrativas.
Ahora bien, para el gobierno entrante y los territoriales que se conforman en adelante también hay mensajes retadores, que la democracia debe ayudar a resolver, las desigualdades sociales, la precarización laboral, la sub-representación política.
La ineficacia en el diseño, implementación y evaluación de políticas públicas como instrumentos para la solución de problemas y demandas locales, es un reto superior, los criterios para la elección popular de alcaldes hay que revaluar, los costos, sus aspirantes no pueden seguir siendo elementos subsidiados por dineros improcedentes, en tanto se traduce más adelante en corrupción, concesiones, privatizaciones, servicios públicos insostenibles para las clases vulnerables.
La reducción del gasto público en funcionamiento, la implementación de las regiones y provincias como mecanismo de desarrollo, ello obliga a repensar el modelo centralista y las autonomías pírricas de los entes territoriales, las perspectivas de participación real de la sociedad civil en sus corresponsabilidades, hay que realinear la función pública con la administración pública, el establecimiento público Escuela Superior de Administración Pública – ESAP, con su acumulado y extensión de conocimiento, deben ser atractivo para los entes territoriales.
Imposible seguir creyendo en el modelo de descentralización política, administrativa y fiscal con más del 90% de municipios inviables fiscal y financieramente, el déficit fiscal de la nación y la deuda pública no puede seguir creciendo por cuenta de la malversación de recursos, subsidiando la corrupción política.
Las administraciones territoriales, no se pueden pensar como un botín para repartir “como si fuera única oportunidad para consolidar formas de corrupción”
Los jóvenes de este país merecen ser protagonista en el desarrollo de lo que sigue, ayudarlos a construir nuevas oportunidades.
