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La división política



En el año 338 a.c., dijo el Emperador Romano Julio Cesar, “DIVIDE Y VENCERÁS”

Resulta una buena estrategia política entre los candidatos que aspiran a una curul dentro del parlamento, y a su vez solucionan en una buena parte los problemas que le suscita la ciudadanía en general.


Entendido lo anterior como oportuno para legitimar los discursos políticos asociados a adulaciones efímeras, banales y propias de personajes que utilizan la demagogia como el arte de engañar a los pueblos.


Colombia es un país biodiverso naturalmente, pluriétnico culturalmente y de múltiples pensamientos y dogmas políticos, dónde se profesan diversas religiones y creencias que hacen parte del estado laico en que habitamos.


Nuestro sistema de gobierno republicano, le da la potestad al pueblo de tener el poder supremo y ser el constituyente primario sobre la democracia en la nación. Significa esto que, los gobernados están por encima de sus gobernantes, entender que; el pueblo es quien se despoja de su bien más preciado después de la vida, la “LIBERTAD” en ello recae la responsabilidad en depositar un voto de confianza ante quien nos pueda representar como ciudadanos libres en defensa de los derechos inalienables del ser humano, de igual manera sabiendo que tenemos deberes con la sociedad misma.

Guardando relación con lo inicialmente esbozado, seguimos cayendo en la profunda polarización que hoy nos divide; eso es quizás desde mi subjetividad el error más frecuente en qué vivimos los colombianos, en el peor de los casos nos cuesta dirimir nuestras diferencias políticas y sociales.


Arboletes Antioquia, no es la excepción en este tipo de divisiones. En cada periodo electoral el pueblo enajena uno de los baluartes más significativos el “VOTO” a cambio de pequeñas dádivas individuales, lo cual escasamente mitiga por unos días la necesidad, lo que posteriormente se convierte en un lamento familiar y comunitario.


No obstante, valga decirles que, el poder y la responsabilidad que recae en nosotros es, no permitir divisiones absurdas, porque quien mejor goza de ello son los magos del discurso.


Si en el entendido de lo anterior nos permitiese actuar con inteligencia y en mitad de la premura de las elecciones que se avecinan nos detuviésemos a pensar en los verdaderos cambios estructurales que necesitamos en nuestro ente territorial, no estuviésemos halando cada quien para su lado; sino, coadyuvando al fortalecimiento político y a la reconstrucción del tejido social de los ciudadanos. Eso sí sería el principio de una gran nación.


¡Nuestra comunidad está ávida de muchas cosas, pensemos colectivamente en el beneficio de la mayoría, y no querer seguir siendo los gamonales del pueblo!


¡No dividamos, tratemos de sumar colectivamente, contrario a ello, Julio Cesar siempre tendrá la razón!


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