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Ocaso de las fiestas de corralejas



Las estrellas brillaban en el firmamento del cielo Arboletero, se veían en todo su esplendor debido al fuerte verano que por estos días castiga a los habitantes del pueblo sin el precioso líquido vital del agua, el ruido de una moto y el saludo de un primo me saco de mi meditación diciéndome vamos a darnos un paseo por la corraleja, que en esos días empezaba sus faenas toriles, lo pensé un poco porque ya no me gusta ver esas fiestas, pero por curiosidad le conteste vamos, nos montamos en su moto y salimos para donde iba la procesión de la gente rumbo al sonido de un pico que se escuchaba, recorrimos los alrededores del circo que forma la corraleja, nos perdimos entre la muchedumbre y negocios que se encontraban, el sonido de los vallenatos y reggaetón se confundían con la invitación que nos hacían los dueños de los negocios para que fuéramos atendido; Sentí nostalgia por las fiestas en corralejas que viví en mi pueblo en los años 60 y principios de los 70, lo que me motivo para hacer la siguiente crónica sobre las corralejas.

Las fiestas corralejas que se realizan en algunos municipios de las sabanas de los departamentos de Córdoba y Sucre, así como, en Bolívar y Atlántico es una especie de barbarie y maltrato animal.


Cuenta el escritor sucreño, José Cisneros Arriaga, que las primeras corralejas se realizaron en el año de 1827, cuando el señor Sebastián Zubiría por esa época decide celebrar las primeras corridas de toros en imitación a las celebradas en España, las cuales, de manera general, coincidían con las celebraciones patronales en dichos territorios.


De conformidad con lo que me contaban mis tíos paternos en las visitas al municipio de Sampués, - Francisco, Gilberto y Filadelfo - el objetivo de las fiestas de corralejas estaba asociado a “acabar con los líderes indígenas que se oponían a las políticas de contratos y formas de pago que los hacendados hacían a sus trabajadores”, que en sus mayoría eran indígenas y negros, por esa época.

Contaban mis tíos que un líder indígena llamado “El Indio Navarro” se paseaba de pueblo en pueblo advirtiendo la verdadera intención de las corralejas, ya que los indígenas y negros se emborrachaban se metían al ruedo para lidiar o mantear los toros y cuando no querían enfrentar al animal por su bravura, los patrones que se encontraban con sus familias en los palcos ofrecían premios con billetes o los tiraban al ruedos cerca del enfurecido animal para que el público que se encontraba dentro del toril corriera a recogerlo.


Y ahí era cuando los toros envestían a los borrachos y a unos que otros curiosos que no tenían dinero para pagar o construir un palco. Esta escena, se convertía o tenía mucha similitud a lo que pasaba en los circo Romano, el enfrentamiento del hombre versus el animal.


Las investigaciones de los historiadores costeños referentes a estudiar las fiestas de corralejas no hablan del indio Navarro ni de su pensamiento sobre la verdadera intención de ellas, se limitan a documentar las fechas de las primeras fiestas en Sincelejo y Montería, y su importancia para dinamizar la economía de los pueblos.


Así las cosas, lo que he vivido de las fiestas en corralejas en mi pueblo Arboletes Antioquia, desde los primeros años de la década de los sesenta que se realizaban en la plaza mayor, o donde está ubicado actualmente el parque principal, es lo siguiente:


Muy pequeño, escuchaba las historias de algunos toros que se hicieron famosos recorriendo los pueblos donde se realizaban las corralejas toros como: El chivo mono, el balay (no dejaba curiosos dentro el ruedo), el arranca teta, el 7 caja (En una tarde de toro asesino a 7 toreros); Los toreros famosos de la época fueron los hermanos madera de Montería a quienes conocí en las fiestas de toros de Arboletes, Kliman y Solin padre e hijo de Sampués, sucre

Disfrutaba de dichas fiestas metido en el ruedo para divertirme y llamar la atención de alguna muchacha que me gustaba y que se encontraba en algún palco de la corraleja. La diversión consistía en jugar tapita, patear balones de trapo con mis amigos, correr al lado opuesto de donde se encontrará el toro o de la vaca según el caso.


Al pasar el tiempo me dedique a estudiar la parte cultural que se observa alrededor de la corraleja, fue así que visité otras fiestas de corraleja en los municipios de Valencia, Tierra Alta, Ciénaga de oro, Cotorra (Córdoba) Zapindonga, San Pedro de Urabá, entre otras.


En otrora, para la organización de las fiestas en corralejas se reunían los hombres ricos del pueblo con un mes de anterioridad. En mi pueblo lo hacían a principios de diciembre porque las fiestas empezaba el tres o cuatro de enero de cada año y finalizaban el seis- En estas reuniones se definían los miembros de una junta, la cual se encargaba de recolectar y manejar el dinero para llevar a cabo las celebraciones de las corralejas y disponían las siguientes actividades:


Contratar una persona para coordinar la construcción de los palcos, en material generalmente conocido como caña guadua. Cada familia pagaba para disponer su palco, donde iba su nombre, lo cual significaba status social para los miembros de la misma. Cada una alojaba en sus casas y en el palco a familiares y amigos que llegaban de los pueblos circunvecinos.


Los animales (toros) eran prestados por los ganaderos y se le daba un premio a la mejor tarde de toros, lo que se definía de acuerdo a la bravura de los animales.


Se contrataban una o dos bandas de música de viento, casi siempre de Pelayo o Pelayeras, para amenizar las tardes de toros que empezaban a las 3:00 y finalizaban a la 6:00 de la tarde. Por lo general, la banda de músicos llegaba al pueblo el día antes del inicio de las festividades de corralejas, montadas en un camión y paseaban por las calles entonando porros. Nosotros los pelaos, nos íbamos detrás de los camiones bailando y gritando, y los mayores quemando pólvora al aire, la gente se asomaba en las puertas de sus casas a bailar y a guapirrear.


La alborada se hacía el primer día de toros en las horas de la madrugada, era hermoso ver o esperar el amanecer recorriendo las calles polvorientas del pueblo, tomando guaro y guapirreando los porros de la banda de músicos, la cual, cuando llegaba a la casa de una familia representativa del pueblo entraba en ella y la familia les ofrecía aguardiente a los músicos y a quienes acompañaban, se interpretaban tres o cuatro porros y se continuaba con el recorrido visitando otras viviendas y así, el recorrido finalizaba en la casa del presidente de la junta organizadora de las fiestas donde se repartía aguardiente y comida a todo el personal que llegaba acompañando a la banda de músicos.


Participar de una alborada de corraleja es como ver a las cinco de la mañana el amanecer en la plaza de San Pelayo – Córdoba, escuchando treinta bandas de músicos entonar al unísono el himno nacional de Colombia para dar inicio al festival del porro.


Después de amenizar la tarde de toros, una de las bandas de músicos se encargaba de tocar el fandango, que consiste en que la banda elegida a las 9:00 pm se montan en una tarima armada en la mitad del ruedo de la corraleja para tocar los porros hasta el amanecer.



Las parejas dan vueltas a la tarima en sentido contrario a las manecillas del reloj, el parejo para invitar a la mujer a bailar le ofrece un paquete de vela de esperma, si la pareja acepta encienden las velas y empieza el baile, la mujer moviendo la cadera como se mueven las palmeras por la brisa a orillas del mar, con su mirada picara y una sonrisa coqueta. Ella, la mujer, danzando invita al hombre mostrándole o rozando con la luz de las velas la cara del parejo que la sigue como en son de conquista, este baile generalmente lo hacían los mayores.


Nosotros los pelaos organizábamos un baile que le llamábamos “estrellita”, ¿porque estrellita? simulábamos el firmamento, donde la tarima de los músicos y la luz de las espermas o velas encendidas por las parejas mayores eran la luna y nosotros los pelaos y adolescentes bailábamos bien apretadito o amacizado aprovechando la oscuridad con nuestras novias o enamoradas a un lado del ruedo simulando ser las estrellas

Con las fiestas de corraleja llegaban comerciantes de todas partes con juegos de ruletas, cacharreros, vendiendo ropa barata, ventas de conos, guarapo, raspao, entre otros.

La junta organizadora de las fiestas contrataba a los toreros y banderillero. Ellos no vestían trajes de luces sino su ropa común y corriente, en los capotes y muletas de los toreros se leían avisos comerciales de los almacenes de los ricos del pueblo.


Se veía bajar del campo las personas en fila, en burros caballos y a pie, a los campesinos con sus familias, las mujeres y las muchachas luciendo sus cachetes y labios colorados, el campesino y los habitantes del pueblo seleccionaban los mejores vestidos y ropa para lucirlo durante las fiestas.


No había una tarde en que un toro o una vaca no revolcaba a un torero, banderillero o aun arriesgado sin saber torear que se metiera al ruedo o correteara a un vendedor de cono, lo cual traía bullicio y algarabía en los palcos. Se escuchaba la música de los tocadiscos bajos los palcos entonando las melodías de Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Alejo Duran que se mezclaban entre sí y se confundían con la música de la banda que amenizaba la corrida de toros de la tarde.


El ocaso de las fiestas llega porque se pierde lo hermoso de la corraleja, su parte cultural, la costumbre, lo que se vivía alrededor de ella.


Hoy en día, la corraleja es construida en tabla y elaborada por un comerciante que alquila el terreno y cobra la entrada, al igual que les cobra a todos los negocios que se ponen alrededor.

El baile fandango lo reemplazó el picó, ya que es más rentable porque se alquila el lugar de la caseta, el licor deja más ganancias que la vela y no se le paga horas nocturnas a los músicos.

Se perdió la alborada, hoy en día la hacen unos cuantos músicos y lo siguen en grupo reducido de muchachos que no bailan ni guapirrean, sino que se tiran maicena. Los músicos ya no visitan a las familias representativas del pueblo.

Se perdió el desfile de los campesinos con sus estrenos de ropa y las campesinas con sus cachetes colorado bajando del campo en sus burros rumbo a la corraleja.

Se perdieron los tocadiscos y cantinitas debajo del palco; los tanques de maderas vendiendo guarapo rojo, servido en unos vasos de vidrios gruesos y botando humus del frío producido por el hielo.


No se escucha en las emisoras anunciar las fiestas en corraleja de los pueblos con una lista de invitados especiales y anunciando el fandango HASTA QUE EL DOCTOR SOLANO HABRÁ LAS PUERTAS DE SU CONSULTORIO.


Hoy en día, es puro comercio, lo que queda de la fiestas de corraleja es el circo que dio su origen, personas que se juegan la vida para ganarse unos cuantos pesos, la gente que se mete al ruedo a torear, banderillear y brindar cualquier espectáculo es porque le nace, sienten la adrenalina de burlar un toro de media casta que se convierten en asesino por la experiencias que adquieren ya que no lo sacrifican porque el dueño lo alquila para otra plaza.


Oscar Villalba Paternina, Marzo de 2022


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