Carencia de un buen candidato
En la construcción del ser humano, al igual que en la formación como seres pensantes y consecuentes con nuestras vidas, debemos sensibilizarnos consigo mismo para posteriormente sacar a flote lo más digno del ser social y armónico que llevamos por dentro.
Dentro de lo circunstancial y costumbrista, nos pasamos la vida tratando de organizar un modelo personal para vivir en sociedad, otro para ser vistos como tales, y en el peor de los casos mostrarnos como querer ser vistos ante el monstruo de la vorágine social. Lo que contrasta con lo que naturalmente somos; es decir, la doble moral aflora y devasta la conciencia misma de nuestra naturaleza. Allí radica el meollo de este asunto
Con esa discordancia de paradigmas entorpecemos el proceso natural de lo que verdaderamente somos, con ello ponemos en duda nuestra materialización, realización e ideales que nos sostienen en este pasaje insostenible de la vida, porque somos códigos genéticos fugaces, somos materia que se diluye porque no estamos diseñados para aguantar lo efímero del tiempo.
Así empiezo a discernir en la línea sociopolítica y costumbrista de Arboletes, la cual se enmarcó en un discurrir bajo incomodas situaciones que en su historia me deja entrever en que momento nos encontramos social, política y administrativamente.
Para eso hago sin afán de reproche, sin ánimo de ofender y menos que alguien se sienta aludido en lo que quiero expresar. Esto tiene más un componente de ejercicio democrático, en saber a ciencia cierta a quién se le va a entregar las riendas del Municipio en los próximos años.
Para Arboletes Antioquia, más que un clamor de sus pobladores; es la necesidad de cambiar una clase dirigente manchada por las penumbras de un pasado que al parecer quiere arraigarse en el poder sistemático de la administración municipal, eso demuestra el estancamiento voraz que ha consumido a buena parte de la población, porque al parecer quienes mejor se usufructúan de las arcas del establecimiento son los mismos con las mismas. Ahora se dejan entrever candidatos que vienen de un pasado administrativo folclórico y malversador y quieren mostrarse con ínfulas de querubines arrepentidos.
Si miramos la otra cara de la moneda observo con destello que, en el afán de querer conquistar el poder van dejando cabos sueltos y sin una estructura de trabajo armonizado que les permita avanzar en sus ideales y objetivos, no vaya a ser que los ánimos de triunfalismos desdeñen el ocaso de su vida política y una serie de simpatizantes agónicos con necesidad de ganar la contienda local que se avecina.
El último en resurgir y revelarse de un proceso poco ortodoxo desde el punto de vista económico (sus hipótesis son ajenas a la realidad). Valga en decirle que, el camino es duro y tortuoso; pero si lo recorre como estratega y sin miras a las otras campañas podrá en un futuro no muy lejano aspirar a tomar las riendas… Pero como nadie se quiere quedar sin las mieles del poder… Vendrán estrategias que harán catapultar las inclinaciones y aspiraciones de unos y otros.
He aquí el juego de lo inicialmente esbozado con cada una de las premisas planteadas; y si en los anaqueles de la administración pública del municipio buscamos como referente alguno, pues, nos quedamos sin candidato porque se carece de aquellos hombres pulcros y con principios que se sometan al escarnio público para escoger quien nos represente a través de una excelente administración pública. Como carecemos de ello, apostémosle a las nuevas estirpes, que no se dejen influenciar por los que ya están viciados, aquellos que no estén alienados y tengan firmes sus convicciones… A esos hay que apoyar.
Sigo creyendo en las nuevas generaciones, en aquellos que estudiaron y tienen sentido de pertenencia por sus raíces. Ya no se dejen meter gato por liebre, hoy quienes mejores administran no son los que tienen experiencia, son aquellos que desde sus hogares les enseñaron a ser transparentes, honestos y los que mejor aprendieron la lección en la cátedra de la vida. Creo en las últimas tres generaciones de mi pueblo para efectos de gobernar, contadas desde finales del siglo XX, años 80, 90 y 2000, y de la primera generación del siglo XXI, año 2001, que son las mejores preparadas en su historia. Lo digo sin temor a equivocarme.
Elio Alberto Rodríguez González
Abogado y columnista
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